«Ahora que lo he terminado, me parece que la información que contiene el trabajo y el tiempo que se tarda en leer son muy poca cosa en comparación con lo que he tenido que leer yo y la cantidad de horas que me ha llevado hacerlo. Pero la verdad es que he aprendido mucho, no solo sobre el viento sino sobre lo que es hacer un trabajo».

«La razón de haber escogido este trabajo es la siguiente: hace unos años, viendo una película sobre la zarzuela El Barberillo de Lavapiés me intrigó el momento histórico en el que se situaba. Así que cuando el profesor de Lengua nos habló de la posibilidad de participar en un concurso de trabajos de investigación se me ocurrió que este tema podía ser muy interesante».

«Ser autor exige talento, formación y sensibilidad hacia lo que nos rodea; y, además, añadimos nosotros, cuesta mucho. Lo que no cuesta mucho es citar fuentes originales. Además de ser un derecho de los autores, en el caso de no hacerlo se nos niega a los alumnos el derecho a indagar, descubrir más cosas por nuestra cuenta y también, por qué no decirlo, el derecho a ignorarlos conscientemente».

«Cuando nos pusimos a documentarnos profundamente sobre la pena de muerte y a seleccionar la información, todo aquello que íbamos leyendo y aprendiendo tomaba un sentido nuevo, más vivo, más real, más humano, pues, finalmente, no podíamos evitar ponerle cara y sentimientos –a través de Pablo Ibar– a los millones de seres humanos anónimos que a lo largo de la historia han sufrido la pena capital».

«Hemos aprendido que un trabajo no es menos bueno por citar las fuentes, sino todo lo contrario, pues permite que del conocimiento de todos los artículos se puedan aportar más ideas».